domingo, 21 de septiembre de 2014

Un premio para Pippo Malerba, el killer

Hoy publiqué esta nota en mi columna Vidas Prestadas, de Enfoques (La Nación). Me interesó la idea de que todavía haya gente que pretenda mirar la literatura con los ojos de la moral.
No leí Malerba, no sé si es un buen libro. Posiblemente si hubiera ganado otro premio sería todo menos, cómo decirlo, escandaloso. Seguramente el problema es que ganó el premio Sciascia y muchos ven en eso una contradicción ética irresoluble.
Espacios como este blog permiten de alguna manera reproducir lo que uno revisó para llegar a la nota y dar un plus, un bonus track para el que se interesó por el tema.

Esta es la nota

http://www.lanacion.com.ar/1728707-la-escandalosa-redencion-literaria-de-hierba-mala


Este es el libro de Mondadori (Italia):




Este es Giuseppe Pippo Grassonelli, en la época de su arresto y en la actualidad:




Este es Camilo Sardo, el periodista que lo ayudó a escribir su libro:



Y este es el booktrailer de Malerba:

http://www.youtube.com/watch?v=lu-gFiXrZiA

Acá, un programa italiano especializado cuenta cómo fue el ataque de Cosa Nostra que llevó más tarde a Grassonnelli a asesinar a los asesinos de su familia.

http://www.youtube.com/watch?v=lu-gFiXrZiA

Y así, hasta el infinito, uno podría estar días y días buscando más material.
Suelo ser crítica de la dependencia de Internet. Otras veces creo que Internet, Google, YouTube, son lo más parecido a la gloria que un periodista puede encontrar...



sábado, 20 de septiembre de 2014

De sábado a sábado

A esta misma hora, en una semana voy a estar en Oslo, sin conocer a nadie, sin entender la lengua, buscando cómo llegar a mi hotel en una ciudad ajena, una vez más. También una vez más es un libro lo que me lleva hasta una ciudad extraña. Me cuesta aprender los nombres de las calles, en realidad lo que me cuesta es recordarlos, pronunciarlos, hacerlos familiares. Conozco esta sensación de desamparo. Stener Ekern, un hombre encantador, un antropólogo noruego nacido en Canadá con quien entré en contacto y que habla español, acaba de regalarme dos palabras por correo: gata es calle y veien, camino, me enseñó. Los nombres de las calles tienen alguna de esas palabras al final y entonces las direcciones comienzan a tener sentido. La calle de mi hotel, por ejemplo, es Mollergata, que quiere decir "la calle del molinero". Este regalo de Stener se parece mucho a una llave, un código generoso para un lugar que no me pertenece, que no conozco y del que muy pocos me hablaron alguna vez.
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